[Según el decreto del S. Oficio de 18 de septiembre de 1861, no pueden enseñarse con seguridad]
1. El conocimiento inmediato de Dios, por lo menos habitual, es esencial al entendimiento humano, de suerte que sin él nada puede conocer: como que es la misma luz intelectual.
2. Aquel ser que en todo y sin el cual nada entendemos es el Ser divino.
3. Los universales considerados objetivamente, no se distinguen realmente de Dios.
4. La congénita noticia de Dios como ser simpliciter, envuelve de modo eminente todo otro conocimiento, de suerte que por ella tenemos conocido implícitamente todo ser bajo cualquier aspecto que sea conocible.
5. Todas las demás ideas no son sino modificaciones de la idea por la que Dios es entendido como ser simpliciter.
6. Las cosas creadas están en Dios como la parte en el todo, no ciertamente en el todo formal, sino en el todo infinito, simplicísimo, que pone fuera de sí sus cuasipartes sin división ni disminución alguna de sí.
7. La creación puede explicarse de la siguiente manera: Dios, por el acto especial mismo con que se entiende y quiere a sí mismo como distinto de una criatura determinada, v. gr., el hombre, produce la criatura.
PIO IX 1846-1878