Desde el principio de la primer sesión, los delegados papales, en cabeza de Pascasio, protestaron en contra de la presencia de Dióscoros de Alejandría. Se favoreció una acusación formal por herejía y acciones injustas cometidas en el Concilio de Éfeso llamado del Robo por parte de Eusebio de Doryleum, y por sugerencia de los comisionados imperiales, fue removido de su silla de entre los Obispos y privado del voto. Para hacer una investigación completa de su caso, se leyeron las Actas completas del Concilio del Robo, con las del sínodo sostenido en el 448 por Flaviano de Constantinopla, lo que ocupó la primer sesión en su totalidad. Al final, los comisionados imperiales declararon que puesto que Flaviano de Constantinopla y otros Obispos habían sido depuestos injustamente por el Concilio del Robo, debería ser justo que Dioscóros y los líderes de ese sínodo debían sufrir, ahora, ese mismo castigo. Un cierto número de los Obispos estuvo de acuerdo, pero finalmente se declararon satisfechos con la deposición única de Dióscoros.
La segunda sesión (Octubre 10) estuvo ocupada con la lectura de los testimonios relacionados con asuntos de fe, especialmente aquellos bajo discusión. Entre ellos estaba los símbolos o credos de los concilios de Nicea (325) y Constantinopla (381); las dos cartas de San Cirilo de Alejandría, la segunda carta a Nestorio y la carta escrita a los Obispos de Antioquía en 433, después de su reconciliación con ellos; finalmente se leyó la epístola dogmática del Papa León I. Todos estos documentos fueron aprobados por el Concilio. Cuando la famosa epístola del Papa fue leída, los miembros del Concilio manifestaron que la fe contenida en ella, era la fe de los Padres y de los Apóstoles; que a través de León, había hablado Pedro.
La tercer sesión tuvo lugar el 13 de Octubre; los comisionados imperiales y cierto número de Obispos estaban ausentes. Eusebio de Doryleum presentó una nueva acusación en contra de Dióscoros de Alejandría, en la que los cargos de herejía e injusticia, cometidos durante el Concilio del Robo se repitieron de nuevo. Tres eclesiásticos y un laico de Alejandría, presentaron igualmente acusaciones en contra del Obispo, quien fue declarado culpable de muchos cargos de injusticia y conducta impropia. Al final de la sesión, los delegados papales declararon que Dióscoros debía ser privado de su cargo de Obispo y de todas las dignidades eclesiásticas por haber apoyado al herético Eutiques, por haber excomulgado al Papa León I y por haberse rehusado en responder a los cargos hechos en contra de él. Todos los miembros presentes estuvieron de acuerdo con esta proposición, y el decreto de deposición fue dado a conocer al mismo Dióscoros, a los eclesiásticos Alejandrinos que estaban con él en Calcedonia, a los emperadores Marciano y Valentiniano III, y a la Emperatriz Pulqueria.
La cuarta sesión que tuvo dos reuniones, se sostuvo entre el 17 y 20 de Octubre. Los Obispos de nuevo aprobaron la epístola dogmática del Papa León I a petición de los comisionados imperiales; los anteriores simpatizantes de Dióscoros en el Concilio del Robo, Juvenal de Jerusalem, Talasio de Cesarea en Capadocia, Eusebio de Ancyra, Eustacio de Berytus y Basil de Seleucia en Sicilia, fueron perdonados y admitidos a las sesiones; se hizo una investigación sobre la ortodoxia de varios Obispos de Egipto, los mismo que sobre los monjes y archimandritas sospechosos de ser seguidores de Eutiques; finalmente una disputa, entre Focio de Tiro y Eustacio de Berytus, acerca de la extensión territorial de sus respectivas jurisdicciones fue resuelta. La más importante de todas las sesiones
fue la quinta, ocurrida el 22 de Octubre; en ella los Obispos publicaron un decreto referente a la fe cristiana, que debía considerarse como un decreto dogmático específico del Cuarto Concilio General. Se designó una comisión especial, compuesta por los delegados papales, Anatolio de Constantinopla, Máximo de Antioquía, Juvenal de Jerusalén y otras personas, para redactar el credo o símbolo. Después, de nuevo aprobaron los decretos y símbolos del Concilio de Nicea (325), Constantinopla (381) y Éfeso (431), también como las enseñanzas de San Cirilo en contra de Nestorio y la epístola dogmática del Papa León I; el documento dice: Enseñamos... a uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, el único engendrado, conocido en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. Después de recitar los decretos, todos los Obispos declararon que tal era la verdadera fe, y que todos debían inmediatamente colocar sus nombres en él. Los comisionados imperiales comunicaron que debían comunicar al emperador el decreto aprobado por los Obispos.
La sexta sesión (Octubre 25) se celebró con una especial solemnidad; Marciano y Pulqueria estaban presentes y muy atentos, con todos los comisionados imperiales y el Senado. El emperador habló en forma especial; los decretos de fe de la sesión precedente fueron leídos de nuevo y aprobados por él. Con alegres aclamaciones al emperador y la Emperatriz, que fueron comparados con Constantino y Helena, concluyeron las reuniones. Se llegó al objeto del Concilio en la sexta sesión, y solo materias secundarias fueron tratadas en las siguientes sesiones; de ellas, la séptima y la octava se celebraron el 26 de Octubre.
1.En la séptima se aprobó un acuerdo entre Máximo de Antioquía y Juvenal de Jerusalén, de acuerdo al cual, el territorio del Patriarcado de Jerusalén se restringió a tres provincias en Palestina.
2.En la octava sesión, Teodoreto de Ciro, anteriormente un simpatizante de Nestorio, fue compelido a condenar el nombre de su amigo, bajo coerción de expulsión del Concilio. Fue luego reinstalado en obispado.
3.Las sesiones novena y décima (27 y 28 de Octubre) se ocuparon del caso de Ibas, Obispo de Edesa, quien había sido depuesto por las acusaciones de algunos de sus eclesiásticos. La acusación fue infundada e Ibas fue reinstalado en su cargo. Se tomó una decisión para que Máximo de Antioquía pagase una pensión a su depuesto predecesor, Donato.
4.Las sesiones décimo primera y décimo segunda (29 y 30 de Octubre) analizaron el conflicto entre Bassiano y Esteban, ambos elevados en forma sucesiva pero irregular a la sede de Éfeso. El Concilio declaró que debía escogerse un nuevo Obispo para esa ciudad, reteniendo los dos anteriores su dignidad episcopal, con una pensión tomada de los ingresos de la iglesia de Éfeso. 5.La decimotercera sesión (30 de Octubre) decidió sobre un conflicto de jurisdicción. Eunomio de Nicomedia y Anastasio de Nicea, reclamaban derechos metropolitanos, al menos para una parte de Bitinia. El Concilio decretó que en una provincia solo podría haber un Obispo metropolitano, decidiendo la disputa a favor del Obispo de Nicomedia.
6.La décimacuarta sesión (31 de Octubre) decidió sobre las rivalidades de Sabiniano y Atanasio por la obispado de Perrha en Siria. Sabiniano había sido escogido en lugar de Atanasio, depuesto por el sínodo de Antioquía en el 455; posteriormente Atanasio fue reinstalado por el Concilio de Éfeso, del Robo. El Concilio decretó que debían hacerse investigaciones adicionales sobre los cargos contra Atanasio; Sabiniano mantenía la sede en el interregno. Si los cargos eran falsos, Atanasio debía ser reinstalado y Sabiniano recibiría una pensión de la diócesis. En la misma sesión se leyó una carta del Papa León I, y el Concilio aprobó las decisiones a favor de Máximo de Antioquía en su conflicto con Juvenal de Jerusalem, y su obligación de proveer con alimentos a su predecesor Domnus.
6.En la decimoquinta sesión (31 de Octubre), el Concilio adoptó y aprobó veintiocho cánones disciplinarios. Los delegados papales, sin embargo, también como los comisionados imperiales, abandonaron la sesión al principio, previendo probablemente, que debía definirse primero la posición jerárquica del Obispo de Constantinopla, como realmente ocurrió en el canon 28.
7.Aprobó los cánones que provinieron de los sínodos anteriores
8.Determinó castigos severos en contra de quienes confirieran órdenes o posiciones eclesiásticas por dinero, o recibieran tales órdenes o posiciones con ese mismo motivo, y actuaran como intermediarios en tales transacciones
9.El tercero prohibió el tráfico seglar a todos los eclesiásticos, excepto en el interés de menores, huérfanos, y otras personas necesitadas
10.Prohibió la erección de un monasterio u oratorio sin el permiso del propio Obispo, recomendando a los monjes una vida de retiro, mortificación y oración, y prohibiendo el recibo de esclavos sin el permiso del Superior 11.Inculcó los cánones de los sínodos precedentes, referentes al traslado de Obispos y clérigos de una ciudad a otra
12.Recomendó que nadie debía ser ordenado, a menos que fuese asignado a un oficio eclesiástico. Aquellos que fuesen ordenados en contrario a esta providencia, no debían ejercer dicho oficio
13.Prohibió a los eclesiásticos desempeñarse en el arte militar o en un servicio seglar
14.Decretó que los clérigos de las casas de caridad, monasterios, u oratorios de mártires, debían sujetarse al Obispo de su territorio
15.Ordenó que los eclesiásticos debían conducir sus asuntos legales sólo ante el Obispo, el sínodo de la provincia, el Exarca o el Obispo de Constantinopla
16.Prohibió a los eclesiásticos registrarse en las iglesias de diferentes lugares
17.Ordenó que los pobres y necesitados, cuando viajasen, debían estar provistos de cartas de recomendación de las iglesias
18.Prohibió a los Obispos obtener de los emperadores el título de metropolitano en perjuicio del verdadero metropolitano de esa provincia
19.Prohibió a los clérigos extranjeros ejercer su oficio a menos que tuviesen cartas de recomendación de su respectivo Obispo
20.Prohibió a los clérigos menores casarse con mujeres heréticas o entregar a sus hijos en matrimonio a herejes
21.Ordenó que ninguna diaconisa se ordenase por debajo de los cuarenta años, y que a ninguna de ellas se le permitiese abandonar ese cargo y casarse
22.Prohibió el matrimonio de vírgenes o monjes consagrados a Dios
23.Ordenó que las parroquias en los distritos rurales debían permanecer bajo la jurisdicciones de sus respectivos Obispos; pero si una nueva ciudad fuese construida por el emperador, su
24.organización eclesiástica debía determinarse por el Estado
25.Prohibió las organizaciones secretas en la Iglesia, principalmente entre clérigos y monjes
26.Ordenó que los Obispos de una provincia debían reunirse dos veces al año en un sínodo regular
27.Prohibió de nuevo la transferencia de un eclesiástico de una ciudad a otra, excepto en el caso de necesidad grave
28.Ordenó que las reclamaciones en contra de los Obispos o clérigos solo debían oírse luego de una investigación sobre el carácter del acusador
29.Prohibió a los eclesiásticos apropiarse de los bienes de un Obispo muerto
30.Prohibió a los clérigos y monjes vivir temporalmente en Constantinopla sin que mediase el permiso de su Obispo
31.Ordenó que los monasterios, una vez establecidos, siempre con una propiedad adecuada, no debían convertirse a otros propósitos
32.Ordenó que el metropolitano debía ordenar los Obispos de su provincia dentro de los tres meses posteriores a su elección
33.Ordenó que la propiedad eclesiástica no debía administrarse únicamente por el Obispo, sino por un procurador especial
34.Decretó severas penas en contra del rapto de mujeres
35.Ratificó el tercer canon del Concilio de Constantinopla (381), y decretó que puesto que la ciudad de Constantinopla fue honrada con el privilegio de tener al emperador y el Senado dentro de ella, su Obispo también debía tener prerrogativas especiales y ser el segundo en rango, después del Obispo de Roma. En consecuencia él debía consagrar los tres Obispos de las diócesis del Ponto, Asia y Capadocia Este último canon provocó otra sesión del Concilio, la decimosexta, el 1 de Noviembre. Los delegados papales protestaron en contra de este canon, alegando que tenían instrucciones especiales del Papa León I en ese aspecto; que el canon violaba las prerrogativas de los Patriarcas de Alejandría, Antioquía y Jerusalem, y era contrario a los cánones (VI y VII) del Concilio de Nicea. Sus protestas, sin embargo, no fueron escuchadas, y el Concilio persistió en mantener este canon en sus Actas.
Con este incidente se cerró el Concilio de Calcedonia. Al cierre de las sesiones, el Concilio escribió una carta al Papa León I, en la que los Padres le informaron de lo que se había hecho, y le agradecieron la exposición de Fe Cristiana contenida en su epístola dogmática; hablaron de los delegados como si ellos hubiesen presidido en su nombre, y le solicitaron la ratificación de las materias disciplinarias aprobadas, particularmente el canon 28. Esta carta fue enviada a los delegados papales, quienes partieron pronto a Roma, después de la última sesión del Concilio. Cartas similares se escribieron al Papa León en Diciembre, por el emperador Marciano y Anatolio de Constantinopla. En respuesta, el Papa León protestó vivamente en contra del canon 28 y lo declaró nulo ya que estaba en contra de las prerrogativas de los Obispos de Antioquía y Alejandría, y en contra de los decretos del Concilio de Nicea.
Igualmente, las protestas estaban contenidas en las cartas escritas el 22 de Mayo al Emperador Marciano, la Emperatriz Pulqueria, y Anatolio de Constantinopla. Por otra parte, el Papa ratificó las Actas del Concilio de Calcedonia, pero solo en lo que se refería a materias de fe. Esta aprobación está contenida en las cartas escritas el 21 de Marzo, del 453, a los Obispos que tomaron parte en el Concilio; por esta razón, el Concilio de Calcedonia, al menos para las primeras seis sesiones, llegó a ser un sínodo ecuménico, y fue considerado como tal por todos los cristianos, tanto en el tiempo del Papa León como después de Él.
El Emperador Marciano emitió varios edictos (7 de Febrero, 13 de Marzo, y 28 de Julio del 452), en los cuales aprobó los decretos del Concilio de Calcedonia, prohibiendo todo tipo de discusión sobre cuestiones de fe, prohibiéndoles a los seguidores de Eutiques a tener sacerdotes de su corriente, a vivir en monasterios, a mantener reuniones, a heredar, a testar cualquier cosa a sus seguidores, o unirse al ejército. Los clérigos seguidores de Eutiques, hasta esta fecha ortodoxos, y los monjes de sus monasterios, debían de ser expulsados del territorio romano, tanto como donde estuvieran los maniqueístas. Los escritos de Eutiques debían de ser quemados, sus autores, o aquellos quienes los difundían, debían de ser castigados con confiscaciones y destierros.
Finalmente Eutiques y Dioscoros fueron desterrados. El primero murió poco después, mientras que el último vivió hasta el año 454 en Gangra, Paflagonia. El Concilio de Calcedonia con su definición dogmática, no puso fin a la controversia sobre las naturalezas de Cristo (Bardenhewer, Patrologie, 2nd ed., 321-22). En Palestina, Siria, Armenia, Egipto y otros países, muchos monjes y eclesiásticos rehusaron aceptar las definiciones de Calcedonia, y hasta nuestros días se encuentran Monofisistas.
(Ver Dioscoros, Jacobitas, Eutiquianismo, Monofisita) FRANCIS J. SCHAEFERTranscrito Sean HylandTraducido por Hugo Barona Becerra The Catholic Encyclopedia, Volume ICopyright © 1907 by Robert Appleton CompanyOnline Edition Copyright © 1999 by Kevin KnightEnciclopedia Católica Copyright © ACI-PRENSANihil Obstat, March 1, 1907. Remy Lafort, S.T.D., Censor Imprimatur +John Cardinal Farley, Archbishop of New York