[De la Carta 26 Adeone te a un obispo (Juan ?), hacia el año 560]
¿Hasta punto tal, puesto como estás en el supremo grado del sacerdocio, te falló la verdad de la madre católica, que no te consideraste inmediatamente cismático, al apartarte de las Sedes apostólicas? Tú, que estás puesto para predicar a los pueblos, ¿hasta punto tal no habías leido que la Iglesia fue fundada por Cristo Dios nuestro sobre el principe de los Apóstoles, a fin de que las puertas del infierno no pudieran prevalecer contra ella? [Mt. 16, 18]. Y si lo habías leido, ¿dónde creías que estaba la Iglesia, fuera de aquel en quien —y en él solo— están todas las Sedes apostólicas? ¿A quiénes, como a él, que había recibido las llaves, se les concedió poder de atar y desatar? [Mt. 16, 19]. Pero por esto dio primero a uno lo que había de dar a todos, a fin de que, según la sentencia del bienaventurado mártir Cipriano que expone esto mismo, se muestre que la Iglesia es una sola. ¿A dónde, pues, tú, carísimo ya en Cristo, andabas errante, separado de ella, o qué esperanza tenias de tu salvación?
PELAGIO I, 556-561